EL DUELO INVISIBLE: BEBÉS QUE MUEREN ANTES DE NACER.

EL DUELO INVISIBLE: BEBÉS QUE MUEREN ANTES DE NACER.

EL DUELO INVISIBLE: BEBÉS QUE MUEREN ANTES DE NACER.

En su elaboración es importante el contacto ‘post mortem’ y un espacio para la memoria, además de una atención sanitaria adecuada.

25 de Febrero de 2020

Elena Lebrato tiene dos hijos, Carlos de siete años y Alejandra de tres. Entremedias está Inés, que ahora tendría 4. “Es posible que si ella estuviera, Alejandra no hubiese llegado. Es parte del interrogante”, cuenta Lebrato, que cuando estaba en la semana 26 de embarazo se enteró de que el corazón de su bebé no latía. Fue en una revisión rutinaria cuando la ginecóloga exclamó: “¡Anda, si no hay latido!”. Las formas, cuenta Lebrato, fueron tan frías y deshumanizadas que ella y su pareja se quedaron en shock. “Recuerdo que cuando salimos de la consulta nos dijeron que fuéramos a la entrada de paritorio. Así que te quitas el gel de la tripa, te subes el pantalón premamá, y te vas caminando a la otra zona del hospital con un informe en la mano y sin saber mucho más”. Allí le explicaron que podía elegir entre cesárea o parto natural, pero insistieron en la segunda opción por la mejor recuperación y por no tener el recuerdo de la cicatriz en su vientre. También le informaron de que después se le haría la autopsia al bebé para saber la causa del fallecimiento, pero no si podría ir a por el cuerpo, o las opciones que tenía, aunque reconoce que tampoco preguntó, sino que se dejó llevar por la inercia de los acontecimientos. “Su cuerpito se quedó para la ciencia, y creo que también es necesario. Pero más que una decisión, fue la inercia, que creo que es lo que principalmente te mueve en esas situaciones totalmente inesperadas”, narra.

Perder un hijo o una hija durante el embarazo, o al poco de nacer, provoca un vacío enorme que, además, debe lidiar con la incomprensión de un entorno familiar y social que, quizá a modo de protección, tiende a quitar trascendencia al dolor y a recurrir a los lugares comunes. O al silencio. Escribe Paula Vázquez en Las estrellas (Editorial Tránsito) que la verdad es preferible al silencio. Porque si no se habla, si no se menciona, la muerte no existe. El entorno sanitario a menudo tampoco está preparado para atender el duelo y esto complica a las familias el tránsito por la pérdida perinatal…

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