¿VISITAS?, GRACIAS POR NO VENIR.

¿VISITAS?, GRACIAS POR NO VENIR.

¿Visitas? Gracias por no venir.

Sería estupendo que los profesionales, salvaguardando el deseo de los padres, protegiéramos al recién nacido de las visitas, de los ruidos, voces y otros brazos desconocidos que él no necesita.

Es mejor esperar a que nos avisen cuando estén preparados, porque hay mil motivos por lo que la madre no desea inesperadas y tempranas visitas.

No podemos imaginar ni recordamos cómo se siente un recién nacido tras el parto. Él, que ha estado en el útero de su madre, un lugar confortable, una cueva protectora que modula todos los estímulos que le llegan del exterior. En el útero de la madre el bebé está en un medio líquido oscuro que le proporciona una temperatura constante, con la contención y el confort que precisa, y de donde obtiene todos los nutrientes necesarios para su desarrollo. Al nacer es privado de repente del cómodo ambiente intrauterino y debe comenzar a adaptarse a ruidos, iluminación, manipulación permanente de personas extrañas… en definitiva, todo muy distinto para él, en este su nuevo ambiente extrauterino, en el que el intenta adaptarse sin estar exento de sufrir estrés. A la vez de acostumbrarse a este nuevo entorno tan diferente, debe poner en marcha complejos mecanismos de maduración de órganos y sistemas indispensables para poder vivir fuera del útero materno. El cortar el cordón umbilical supone interrumpir el aporte de oxígeno y empezar a respirar por sí mismo. Su sistema nervioso central debe reaccionar a una serie de cambios y necesita tranquilidad, después de unas cuantas horas que conlleva el proceso del parto, ambos, madre y bebé, precisan de un tiempo de descanso. Por consiguiente, es crucial salvaguardar que este paso de la vida intrauterina a la extrauterina se realice sin impresiones añadidas.

 

 

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